miércoles, 3 de agosto de 2011

La Cruz del Sur

    Siempre solía mirar las estrellas. Las retenía en sus ojos por un espacio prolongado de tiempo. Las eternizaba en su retina. Reconocía las formaciones estelares desde muy corta edad.
    Divisaba las tres Marías, las constelaciones del Zodíaco, y podía saber con poco márgen de error cuál era Marte, donde quedaba Júpiter, en qué momento un satélite surcaba el cielo y en qué sector del espacio se hallaban Sirio y Betelgeuse.
   Pero había una formación estelar en especial que le llamaba la atención y se maravillaba con la simple contemplación en las noches despejadas. La Cruz del Sur, con la prolongación de dos de sus estrellas siempre apuntando hacia ese punto cardinal. Se detenía a mirarla durante horas, tal la obsesión de aquella imagen dibujada en el muro celestial...
   ... nadie podía saber qué pensaba, qué ocultaba o qué perfil le mostraba al mundo aquella persona de rasgos aguileños. No tenía casi amigos, y el “casi” se limitaba a un par de ellos. Eso y su perro representaban su única compañía. No le contaba acerca de su vida a nadie. Nada, absolutamente nada se conocía de él...
   Contemplaba el cielo con pasmoso encanto, con una mueca de felicidad en su rostro pálido. Su boca, abierta al infinito, y sus ojos fijos allá, en lo desconocido, esperaban una palabra, una visión, una respuesta, algo...
   ... no era una persona sociable. No era capaz de sostener una conversación con sus vecinos, y ni siquiera los saludaba. Nadie sabía en qué trabajaba, ya que nunca lo habían visto salir. Se atrincheraba en su casa y permanecía encerrado todo el día, hasta la noche, en que salía al patio trasero y levantaba la vista al cielo...
   Leía el mapa estelar con los ojos cerrados y una sonrisa en los labios. Pensaba en los miles de millones de mundos habitados del Universo y en todas aquellas criaturas que jamás conocería. Si pudiera, le vendería el alma al Diablo con tal de conocer antes alguno de esos mundos. Pero lo único que podía hacer era observar, desde su patio, e imaginar a seres que, como él, estarían en sus respectivos patios de sus respectivos mundos, imaginándolo a él...
   ...cierta vez un vecino curioso vio entrar a una mujer a la casa de Angel. Era rubia, alta y muy atractiva.    Contrastaba en cierta forma con Angel, quien no era para nada atractivo ni interesante, ya que carecía de conversación y se refugiaba en la monotonía de sus pensamientos. El vecino jamás le escuchó más palabras que “buenos días” o “buenas noches”. Nunca entendió la presencia de esa mujer allí, en esa casa inexcrutable. Un día la vio salir llorando, con la palabra “monstruo” en sus labios. Nunca supo el motivo...
   Saboreaba el dibujo del cielo con paranoico encanto, como si ellas, las estrellas, le hablaran, le comunicaran los secretos del Universo y el misterio primordial, el origen del hombre. Comentaba con el pasto, con las hormigas, con los insectos, la belleza que se le representaba ante sus ojos. Concedía a las imágenes celestiales el tiempo que no le daba a la gente ni a las clases sociales. Tal vez por esa causa una noche discutió con aquella rubia...
   ... esa noche se escucharon ruidos en la casa. Ruido de cristales rotos; de muebles cayendo y golpeando en el piso; gritos y voces estridentes. El mismo vecino curioso, con una taza de café en la mano, detuvo un sorbo y se quedó callado, escuchando. La pared cercana transmitía el caos de la destrucción en la noche de niebla. Tremendos golpes secos, voces en aumento y una puerta que se cerró de un fuerte golpe. Y otra vez la mujer corriendo con lágrimas en los ojos, debajo de la lluvia que en ese momento crecía...
   Cerraba los ojos y recordaba su niñez en un cuarto desolado y oscuro. Su padre lo dejaba allí, abandonado por horas en esa habitación con olor a humedad y a alcohol.
   Y en ese lugar, en el primer piso de la casa gris, y por la única ventana de la habitación, se mostraba la Cruz del Sur en su apogeo, y se deslizaba rumbo a otro día y la consiguiente noche. Y el niño, atado a una pata de la vieja cama de hierro oxidado, esperaba esa visión cada noche, todas las noches...
   ... la mujer rubia volvió una noche. El vecino se dio cuenta al ver la luz en aquella ventana, y por la sombra de un cuerpo femenino dibujada a través de la cortina. Cerveza en mano, observó cómo se sacaba la ropa y cómo bailaba al ritmo de una melodía que no podía oír. Era la cuarta vez en un mes que ocurría lo mismo todos los jueves, durante tres meses.
   Sólo que aquella vez, mientras la luna clareaba la ciudad y la Cruz del Sur refulgía en todo su esplendor, la mujer no salió corriendo de aquel cuarto sumida en lágrimas.
   Simplemente, no salió. El hombre creyó escuchar un grito. Eso, y una luz que se apagó en la noche justo que la cerveza se había acabado, y nada más que eso...
   Saciaba su felicidad con aquellos puntos luminosos en el cielo, y evocaba recuerdos de una época basada en la contemplación de las estrellas, de sus estrellas, sumido en un estado mágico. Y en ese preciso momento no existía la gente, ni el mundo, ni el recuerdo de su padre.
   Nada, absolutamente nada interrumpía esa forma de éxtasis que se repetía todas las noches. Ni ese cuarto repugnante, ni el olor a humedad, ni la persona que estaba junto a él, tendida en la cama. Angel miró por enésima vez la Cruz del Sur allá, en la altura, y la vio también en la espalda de la rubia de ojos inmóviles.
   Porque ahí, en ese torso blanco, se manifestaba claramente en profundos huecos de roja sangre la réplica exacta de la Cruz del Sur, con dos de sus estrellas prolongándose en el cuerpo frío, apuntando siempre hacia el sur.

Del libro “13 Cuentos Oscuros”

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Con el escritor Pablo Montagna en la UNQUI

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con el escritor Diego Garcia en la UNQUI

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con Silvia Schujer en Librarte 2011

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con Eduardo Sacheri en Librarte 2011

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con Marcelo Di Marco en Librarte 2011

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con Rafael Spregelburd, el hombre de al lado, en La Feria del Libro

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con Daniel Aràoz, "el hombre de al lado", en La Feria del Libro

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con Ana Marìa Cabrera en Librarte 2011

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Tapa y contratapa de LIPOSO, una épica del futuro


el público en la presentación de 13 Cuentos Oscuros

foto para "13 Cuentos Oscuros"


Presentación del Liposo

Tapa 13 Cuentos Oscuros

presentación 13 Cuentos Oscuros

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Marcelo en la Feria del Libro 2010

Con los chicos del taller literario de Telma Quiroga

Leyendo en el taller literario de Telma Quiroga, en la Sdad. de Fto. Tomás Torres, Ezpeleta

Leyendo un relato

mención del Café Literario Almafuerte

Marcelo junto a su esposa Silvia y a Marga Mangione, fundadora del café literario "Almafuerte"

Marcelo con Alberto Laiseca en Librarte 2009

con Virginia Faiad en Librarte 2009

Con Alberto Laiseca y el querido Jorge Barreiro en Librarte 2009

Librarte 2008- Presentación de 13 Cuentos Oscuros

Hugo Yori y Marcelo en la presentación de "13 cuentos oscuros"

Presentación LIPOSO, una épica del futuro

Presentación LIPOSO, una épica del futuro
Panelistas: Hugo Yori y Pablo Montagna con Marcelo


Presentación de LIPOSO

Leyendo un cuento en el Café Almafuerte, coordinado por Marga Mangione
CAFE LITERARIO ALMAFUERTE PRESENTA:
LIPOSO, una épica del futuro

(el segundo libro de Marcelo Motta)
Martes 6 de octubre 18.30 hs Sala 2 Feria del Libro de Berazategui LIBRARTE 2009
Centro de Actividades Deportivas, Culturales y Recreativas “Roberto De Vicenzo”
calles 148 y 18 - Berazategui

entrada libre y gratuita

LIPOSO, una épica del futuro

LIPOSO, una épica del futuro
Tapa y contratapa original del libro